jueves, 5 de enero de 2017

Sobre el mensaje capitalista que trasmite la tradición de los Reyes Magos



Hace años que voy viendo cosas que no me gustan en la tradición de los Reyes Magos de Oriente. Aún así, esta tarde, hemos asistido a la cabalgata que se celebra en nuestra localidad.

A las siete nos vamos encontrando con amigos frente a la fachada del Ayuntamiento para esperar a que SSMM se asomen al balcón. La ilusión que el ego instala en los ojos de los padres no permite ver la tensión en los cuerpos de los más pequeños porque es de noche y asisten a un evento en el que tiran petardos al aire para avisar a los vecinos de la llegada de los visitantes. Después, centenares de caramelos son lanzados y desaparecen entre carreras, empujones y competiciones ( algún que otro gesto de solidaridad y empatía también surge). Tras este alboroto, Sus Majestades salen del edificio y pasean por las calles del pueblo, lanzando caramelos a sus espaldas para que los niños que les siguen, continúen recogiéndolos del suelo y, así, son guiados hasta el Centro Cultural donde, micro en mano, son llamados a subir a un escenario donde ponen en duda si se han portado bien, les recuerdan que alguien les ha chivado que no comparten con su hermanito, no recogen su cuarto o no han alcanzado las espectativas en algún otro ámbito. Todo ello y, con la cabeza algo agachada ya, para recibir  COMPASIVA y PIADOSAMENTE un regalo de relativo merecimiento.  Alguno, incluso, sube llorando o agarrado a los brazos de un padre o madre que lo separa y deja en el suelo diciendo ``Pero tonto, no ves que no pasa nada, es que no quieres el regalo...``  Menos mal que cada vez  hay más personas con el corazón en la mano y con sensibilidad para tratar a un niño que está entregando toda su ilusión en los adultos que le rodean, y uno de los  Reyes pudo salvar a alguno de esos pequeños inocentes...

Así que, resumiendo un poco y poniéndome en el lugar de un niño, llego a un lugar con toda mi ilusión porque me han contado mis papás que unos señores mágicos me van a dar unos regalos, se ponen a tirar petardos que me asustan, me dan azúcar que me altera más y me desconecta de mis emociones, mis verdaderas necesidades y hago lo que sea por conseguir más y luego acepto que me pongan en evidencia ante mis vecinos y familiares porque me han vendido la ilusión de que ese regalo es lo que necesito y me voy a sentir muuuuuy feliz....

 Pues, a mí me parece, que lo que los niños necesitan es menos regalos, menos espectativas en que lo material les satisfaga y más presencia y conexión con sus padres. Si nos quejamos de que tienen de todo, que a los dos días no hacen caso a ningún juguete y que no nos dejan ni hablar por teléfono, ¿ no será que lo que están pidiendo es que estemos con ellos? ¿ no será que es eso lo que realmente quieren y necesitan? Lo que ocurre, es que tras muchos intentos, si no lo consiguen, se despistan con lo otro ( por un rato) es lo que Yvonne Laborda llama "pedidos desplazados", saben que podrán conseguir determinada COSA pero no la completa ATENCIÓN de papá o de mamá.

En definitiva, me parece que es la mejor semilla para diluir las relaciones familiares, los vínculos emocionales y estimular el capitalismo y consumismo. Supongo que nada que ver con el verdadero sentido y origen de la Epifanía ni del Renacer de la vida tras el Solsticio de Invierno. Pero es sólo mi punto de vista...

FELICES REYES!!

1 comentario:

  1. Hola, Merçé, no es sólo tu punto de vista. Hay más personas que ven lo mismo que tú en estas tradiciones:
    http://el-centesimo-mono.blogspot.com.es/2012/11/la-magia-de-la-navidad.html

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